El mundo del medievo siempre me atrajo, quizá -entre otras cosas- porque fue el surgimiento y fortaleza del gran prototipo de la narración oral artística que es el juglar, el trovador y también juglaresas y trovadoras, que sí las hubo. Un/a artista polifacético, versado /a en artes escénicas, musicales, y toda clase de recursos de «encanta y encuentamiento», o, como diría el antropólogo argentino Adolfo Colombres: «recursos del éxtasis». Un artista popular que contaba y cantaba para reyes y para plebeyos, un periodista, docente y creador itinerante que propició la llegada de la literatura, de saberes ancestrales, de nuevos descubrimientos, de romances y de invención de prodigios a todas las personas.
En Pampliega, localidad de Burgos (España), hay todo un pueblo que se moviliza en esta feria Visigótica, recordando a uno de sus reyes más sabios y benefactores que fue Wamba, que asumió el reinado siendo ya un hombre mayor. El pueblo aún reclama sus restos que fueron llevados a la Catedral de Toledo.
En esta feria, el pueblo vuelve a participar y ocupar los espacios sociales como, imagino, sucedía en aquellos remotos tiempos. Y claro, hoy se mezclan la modernidad y los mitos ancestrales, las juglaresas que siguen cantando y encantando, las mujeres guerreras descendientes de Valkirias, un mundo en donde mitologías griegas, romanas, germánicas, célticas se encuentran.
Una de tantas experiencias para seguir atesorando, gracias a la comunidad de Pampliega y a la gran artista y amiga Alicia García (Ali Herrera Kaskabel)